1º de mayo: ¡No hay tregua!

Marchamos otro Primero de Mayo como lo hicieron en 1886 los trabajadores de Haymarket en Chicago para reclamar la jornada de 8 horas; marchamos y tomamos la calle como lo hicimos en 1919 en Barcelona para conquistar ese derecho.

Marchamos porque hoy más que nunca debemos mantener estos hechos en la memoria, porque no podemos permitir que caiga en el olvido que somos la clase obrera, hombro con hombro, en la calle, articulada por el apoyo mutuo y la solidaridad, quienes tenemos la capacidad, la fuerza y la dignidad para conquistar y defender nuestros derechos y los de quienes vendrán detrás.

Hoy, como ayer, el turnismo de la partidocracia muestra su absoluta falta de la voluntad y la capacidad necesarias para llevar a cabo cambios transformadores.

Nos dice un señor sin un solo callo en las manos que «no pasaría nada por jubilarse a los 70 años».

Nos dice una señora que jamás sufrió los abusos de una ETT que “ya no existe precariedad en España”.

Nos dice una señora, propietaria de siete viviendas, que no se puede abordar el problema del acceso a la vivienda enfrentando a inquilinos y rentistas.

Nos dicen, aquellos que de obrero solo tienen el nombre, que la tan prometida “derogación íntegra de la reforma laboral”; “no pudo ser” como tampoco pudo ser la derogación de la ley mordaza. Y vemos cómo la jornada de 35 horas sigue el mismo camino.

Nos lo dicen, quienes reparten millones entre una patronal que no tiene pudor en poner en riesgo la salud y la vida de trabajadoras y trabajadores en pos de sus beneficios y pagarlo con precariedad.

Vemos como una vez más, gobierne quien gobierne, se priorizan los intereses y beneficios de patronal, banca y rentistas, dejando de lado las necesidades y los derechos más básicos con las excusas habituales: “No es posible”, “No hay dinero”.

Simultáneamente, deciden en nuestro nombre que los impuestos que pagamos con nuestro sudor para garantizar el bienestar de nuestras mayores y un futuro digno para nuestros hijos e hijas, se destinen a invertir en la escalada bélica, comprando armamento a países como Israel mientras se aparta la mirada del genocidio.

Ante el avance del totalitarismo y la reacción en todo el mundo, la respuesta de aquellos que se llenan la boca de democracia y progresismo es dejar el terreno ya sembrado para los belicistas y autoritarios, con unos servicios públicos depauperados, una clase trabajadora agotada por las sucesivas traiciones y decepciones de quienes dicen representarnos, una patronal enardecida por una acción gubernamental servil e inmovilista, un conservadurismo reaccionario que, echado al monte, ya no necesita ni la careta de demócrata en un contexto internacional que le sonríe, y un aparato policial y judicial que responde al llamamiento de “el que pueda hacer, que haga” encarcelando a las sindicalistas y activistas antifascistas que no aceptan las mordazas, mientras mira hacia otro lado ante la corrupción del poder y la violencia de los cachorros del fascismo.

Y por si eso no fuera suficiente les dejarán también con una política encaminada hacia el militarismo y la beligerancia y con los arsenales llenos.

Son tiempos duros los que se avecinan y sabemos que las soluciones no vendrán de los gestores de la avaricia y el individualismo. Hoy, como ayer, la única respuesta posible es la unión de la clase trabajadora frente al autoritarismo, el belicismo y el capitalismo depredador que reducen al ser humano a consumidor o bien de mercado.

Es nuestra la responsabilidad sobre el mundo que dejaremos a las siguientes generaciones.

Somos la clase trabajadora quienes podemos y debemos reconstruir las redes de lucha y la conciencia de clase con las que se conquistaron nuestros derechos, haciendo del compañerismo y el apoyo mutuo el núcleo de nuestra actividad diaria, en las calles, en las aulas, en el trabajo y en el barrio.

Frente a los discursos reaccionarios que intentan dividirnos apelando a las diferencias, las trabajadoras y trabajadores nos reconocemos como iguales y a quien nos explota como el enemigo.

Frente a la competición individualista y la “meritocracia” de la docilidad y el servilismo, respondemos con dignidad y orgullo de clase, con lealtad y camaradería.

Frente al despotismo y el abuso del patrón y sus lacayos: ni silencio ni aceptación; unión, organización y lucha.

Frente a la paz de los cementerios: ¡Ni paz entre clases, ni guerra entre pueblos!

Te esperamos este primero de mayo en la plaza Santo Domingo a las 12:00 horas

y en la manifestación de las 13:00 en la Plaza del Cid.

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